El régimen norcoreano de Kim Jong-un aprovecha cualquier oportunidad para incrementar las tensiones en el sudeste asiático.
Kim Jong-un aprovecho la celebración de un nuevo aniversario de la independencia americana y la proximidad de una reunión del G-20 para realizar una nueva prueba misilística a sabiendas que la misma alteraría los nervios de la Administración Trump.
El hermético y empobrecido país asiático está desarrollando misiles balísticos con capacidad nuclear que podrían alcanzar Japón, Corea del Sur y hasta golpear la costa oeste de los Estados Unidos.
Hoy, Pyongyang disparó un nuevo misil desde la base aérea de Banghyong, en la ciudad noroccidental de Kusong, que amerizó en las aguas del mar de Japón, después de haber quemado dos etapas y recorrido más de 933 kilómetros.
La reacción del presidente Trump no se hizo esperar. Recurriendo a su canal de comunicación preferido el Twitter, el presidente americano dejo un claro testimonio de cuál era su hartazgo al conocer la noticia. Trump tuiteo: “Corea del Norte acaba de lanzar otro misil. ¿Este tipo no tiene otra cosa mejor que hacer con su vida?”
Las acciones agresivas de Pyongyang, lanzamiento de misiles, pruebas nucleares subterráneas y frecuentes declaraciones agresivas, tienen por objeto forzar a Washington a entablar negociaciones directas para alcanzar garantías de que Estados Unidos no amenazaría la seguridad del régimen norcoreano. Algo a lo cual los sucesivos gobiernos estadounidenses se han negado.
La estrategia de la Administración Trump para contener la agresividad norcoreana es presionar a China, el principal sostén internacional de Pyongyang.
China absorbe el 90% del comercio internacional norcoreano y mantiene con el régimen de Pyongyang múltiples vínculos militares y diplomáticos. El régimen de Kim Jong-un no podría sobrevivir sin el apoyo chino. Washington lo sabe e incrementa sus presiones sobre Beijín a cada provocación norcoreana.
Recientemente, el secretario de Estado, Rex Tillerson declaró “Reiteramos a China que tiene la responsabilidad diplomática de ejercer una mayor presión sobre el régimen si quiere evitar una escalada de tensión aún mayor en la región.”
Aunque no siempre los chinos logran que Pyongyang atienda sus demandas.
Por su parte, el presidente Trump aprobó la semana pasada una venta de armamentos a Taiwán -considerada por China como su provincia renegada, por el monto de 1.420 millones de dólares. Beijín reaccionó inmediatamente, un portavoz chino declaró que: “La venta de armamentos daña la seguridad y la soberanía de China.”
Pero, esta no fue la única represalia estadounidense, también el gobierno estadounidense sancionó al banco chino Dandong por ayudar a Corea del Norte a evadir sanciones económicas. Luego Washington calificó a China como el peor traficante de personas del mundo.
El domingo 2 de julio, el destructor USS Stethem armado con misiles guiados Tomahawk, se aproximó a una distancia de doce millas náuticas del islote Tritón, un minúsculo enclave coralífero perteneciente al archipiélago en disputa de las Islas Paracelso -para los chinos Islas Xisha- en el mar de China Meridional.
El atolón coralino Tritón mide escasamente 1,2 kilómetros cuadrados. Ocupado por Beijín, en 1974, alberga un pequeño helipuerto, sirve de puesto de avanzada chino. Una anexión que no es reconocida por Vietnam ni Taiwán, que reclaman su soberanía. Esta disputa territorial, combinada con el expansionismo chino en la región, la convierte en un punto de enorme tensión, donde cualquier presencia extraña es percibida como una intrusión.
Consciente de la irritabilidad china por lo que sucede en la región, Washington envía a sus buques de guerra a los límites de estas islas, así como también al archipiélago Spratly, en disputa, cuando quiere presionar a los chinos. La última vez, fue el pasado mes de mayo, en el islote artificial de Mischief (Spratly).
La reacción china ante la presencia del USS Stethem no se hizo esperar: “Es una seria provocación militar y política. Las Islas Xisha son una parte inherente del territorio chino. Estaos Unidos, que está espoloneando los problemas en la zona, marcha en dirección opuesta de aquellos países en la región que aspiran a la estabilidad, la cooperación y el desarrollo”, declaró un vocero.
Frente a los crecientes problemas con Washington, el presidente chino Xi Jinping buscó el apoyo de su colega ruso Vladimir Putin.
Los “problemas de la península de Corea” fueron objeto de una declaración específica de los ministerios de Relaciones Exteriores de Rusia y China, difundida hoy martes tras las conversaciones oficiales entre el Vladimir Putin y su colega chino Xi Jinping en Moscú.
Rusia y China han pedido a Pyongyang que adopte la decisión “política voluntaria” de “una moratoria sobre las pruebas nucleares y lanzamientos de misiles balísticos” y piden a los Estados Unidos y la República de Corea que se abstengan de “realizar ejercicios conjuntos a gran escala”. Sobre este marco y de forma paralela, los dos Estados de la península asiática deberían iniciar conversaciones en las que reiteraran los principios de su relación bilateral, entre ellos la inaceptabilidad del uso de la fuerza y la renuncia a la agresión. Rusia y China señalan que “hay que respetar” la “justa preocupación” de Corea del Norte y que “otros Estados deben hacer esfuerzos para renovar las conversaciones y conjuntamente crear una atmósfera de paz y confianza mutua”. “La posibilidad de recurrir a medidas militares para la solución de los problemas de la península de Corea debe ser excluida”, señala la declaración, según la cual, en aras del equilibrio y la estabilidad internacional y regional, “las relaciones de aliados entre Estados no deben perjudicar los intereses de terceros.”
Aludiendo a los Estados Unidos, Moscú y Beijín se pronunciaron “en contra de la presencia militar de fuerzas de afuera de la región en el Noreste de Asia y (en contra) de su incremento con el pretexto de oponerse al programa de misiles y nuclear” de Corea del Norte. La instalación de los sistemas antimisiles estadounidenses en la zona del Noreste de Asia “perjudica seriamente los intereses de la seguridad estratégica de los Estados regionales, incluida Rusia y China, no contribuye a lograr el fin de la desnuclearización de la península de Corea, ni tampoco a garantizar la paz y la estabilidad en la región.”
El ministerio de Defensa ruso manifestó en un comunicado que el misil lanzado por Corea del Norte es de alcance “medio” y no supone un peligro para Rusia.
Es de esperar, que la Cumbre de Hamburgo del G-20 proporcione a las partes la oportunidad para nuevos contactos, en especial entre Washington y Beijín para buscar un camino hacia la distensión del Sudeste Asiático. Aunque no hay que depositar mayores esperanzas en ello.