Darío Carriego
PROMESA CUMPLIDA
El jueves 01 de junio el presidente Donald Trump cumplió una más de sus promesas de campaña: dio fin al apoyo estatal norteamericano que Barack Obama había prestado el 12 de diciembre de 2015 al conjunto de 194 naciones que firmaron el flamante Acuerdo de París en la lucha contra el cambio climático mundial.
Con una mirada profundamente proteccionista, el gobierno de Donald Trump bajo su lema “América First” determinó varios puntos en los cuales Estados Unidos se veía perjudicado por sobre las demás naciones participantes del acuerdo. Así lo publicó mediante un corto video en las redes sociales la cuenta oficial de la Casa Blanca enfocándose en:
– Que Estados Unidos perdería 6,5 millones de trabajos en el sector industrial (especialmente aquel ligado a la producción carbonífera y petrolera)
– Que en la presidencia de Obama se aprobó el financiamiento de 3000 millones de dólares a dicha causa y que son considerados fondos ilícitos
– Que el acuerdo está mal negociado debido a la desigualdades que hay en la distribución dentro de los países acordantes, especialmente detallando el caso de China al cual denuncian una suerte de “pase libre”
– Que en el fondo el Acuerdo es inútil. Apoyándose en un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) que dice que aunque todos los países involucrados cumplieran sus respectivos objetivos propuestos, sus resultados no serían apreciables ni habría cambios radicales.
Las repercusiones en el mundo fueron instantáneas. Los principales líderes de la Comunidad Europea y del mundo se mostraron en descontento y desilusionados ya que el Tratado establece un compromiso contra la producción de gases de efecto invernadero producidos a nivel mundial y que son uno de los principales factores que alimentan y desarrollan el calentamiento global tanto como la contaminación del medio ambiente
Sin embargo, el mandatario norteamericano sostiene que este acuerdo transgrede las pautas ambientales y dice que es además, es una estrategia económica en la escena internacional que favorece únicamente a otra potencia que en los últimos años ha crecido de forma tal que busca destronar el liderazgo hoy tiene su país: China
El gigante asiático, luego de dos décadas de tomar posiciones cada vez más flexibles en cuanto a medidas económicas capitalistas, logró establecer un poderío económico particular que ningún otro país comunista ha alcanzado.
Trump ha dejado en claro varias veces esta situación en público diciendo que este acuerdo “es un invento y una estrategia de China para tomar posiciones en sectores que hoy son liderados por EE.UU y dañar su competitividad económica”
Por ello Estados Unidos se suma a Nicaragua y Siria -ambos países que se negaron a firmar el Acuerdo en 2016- y trata de establecer un nuevo panorama internacional tal como acostumbra hacer hace años.
¿EN QUE CONSISTE EL ACUERDO DE PARÍS?
Luego de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático llevada a cabo a fines del 2015 en la capital francesa, se logró establecer un Acuerdo entre las naciones con el fin de establecer medidas para reducir la producción de gases de efecto invernadero y de acumular entre naciones fondos que permitan el normal desarrollo de dicha inversión en los países que más lo necesiten. El pacto sería aplicable como un plan actualizado basado en tratados previos como el aún vigente Protocolo de Kioto (hasta 2020).
Dicho Acuerdo fue anunciado el día siguiente al finalizar la Convención el 12 de Diciembre de 2015 y presentado formalmente a firmantes el 22 de Abril de 2016 (determinado así como homenaje a la celebración del Día de la Tierra) siendo este aceptado por casi la totalidad de las naciones ligadas a la ONU exceptuando Nicaragua y Siria. El primero se negó por motivos de discrepancia de ideas en cuanto a las normas pautadas, siendo injustas entre las naciones acordantes debido a que los países ricos deberían aumentar sus objetivos en el acuerdo ya que son los países más contaminantes. El segundo se negó debido a la guerra civil que afronta y que no puede asegurar una participación estable.
Además del objetivo general planteado, en este acuerdo se detalla conseguir:
– Mantener una temperatura global más baja a 2º que logre como tope mínimo a alcanzar valores menores a 1,5º C.
– Controlar los gases de efecto invernadero emitidos por causa de la actividad humana a niveles que lo que la vegetación y océanos puedan asimilar naturalmente a largo plazo.
– Realizar estudios cada 5 años para chequear los avances de cada país para reducir sus porcentajes de emisión.
EL CONTEXTO INTERNACIONAL
Desde su asunción el 20 de Enero de este año, el presidente Trump no cedió ni flexibilizó ninguna de las promesas hechas durante su campaña política. Comenzado por desmantelar el sistema de salud propuesto por la gestión anterior, siguiendo por enfatizar controles para el ingreso y residencia en el territorio norteamericano; ahora fue por mostrar una carta que determina su mandato y presencia a nivel internacional. Los principales medios de comunicación y la sociedad toma como pésima dicha decisión pero hay que valorar también aquellas voces que hacen oídos sordos o actúan a favor de la iniciativa del presidente y que de algún modo la respaldan.
Y es en este clima político en donde resultan las ambigüedades que solo pueden imaginarse en una potencia como lo es Estados Unidos. Las principales empresas petroleras como ExxonMobil, Shell Oil Company, Chevron; o las relacionadas a al negocio energético tales como ConocoPhillips y General Electric han desestimado el apoyo a Trump y siguen a favor del acuerdo antes mencionado. Algo que en los discursos de los principales Ceos es muy común pero que en la práctica poco puede valer. Sin embargo, hay que destacar que ante la crisis de la producción de energía a partir de combustible fósil se han incrementado considerablemente el uso de energías renovables, siendo estas hasta más rentables en los últimos años y un factor de negocios que no desperdician estas grandes empresas.
En Silicon Valley el pensamiento es el mismo. Apple, Facebook, Microsoft entre otras se han mostrado a favor del acuerdo también y propusieron nuevos esfuerzos por seguir dicho propósito que se viene desarrollando concientizar cada vez más con el uso de nuevas tecnologías y productos.
Las protestas de ambientalistas y de productores de alimentos no se hicieron esperar. Junto a los reclamos de especialistas en medio ambiente que denuncian ser censurados por el gobierno por los malos resultados que dan sus estimaciones, encabezan y son el núcleo en contra de la medida tomada.
Sin embargo, los republicanos en el congreso y los productores en los yacimientos carboníferos más olvidados por la gestión de Obama aplauden la decisión de Trump y hasta el grupo más nacionalista y conservador ve con gran ilusión la iniciativa de seguir liderando en el mundo. Pero, ¿hasta cuándo?
La primer ministro alemana Ángela Merkel y el presidente de Francia, Emmanuel Macrón, fueron claro en cuanto a la posición de la Unión Europea de seguir con el Acuerdo por más que la segunda potencia más contaminante desistiera pero advirtieron que la decisión tomada iba a ser irreversible y poco negociable una vez hecha. Lo que posiblemente abre la puerta a un liderazgo de China, al mando de Xi Jinping, quien se mostró accesible en seguir comprometido en el acuerdo planteado. Los latinoamericanos y demás países del mundo se mostraron decepcionados por la decisión tomada y se teme un posible efecto dominó que siga aumentando las bajas.
Luego de la conferencia dada hace unas semanas por el líder chino en el Foro Económico Anual llevado a cabo en Davos, se dejó en claro la posición de la segunda potencia económica defendiendo términos de globalización, apostando seguir desarrollando alianzas y nuevas integraciones entre gobiernos europeos y el gigante asiático. Esto para Trump es innegociable y un acercamiento sólido de China a la Unión Europea bajo una alianza en nombre del Acuerdo de París, sería ser cómplice de su propia caída y desvalorización del liderazgo norteamericano.
Es increíble pensar hasta dónde llegan los pensamientos conservadores más nacionalistas para encarar un aislamiento proteccionista como el que plantea el mandatario estadounidense. Capacidad no le falta. Pero lo cierto es que todo se encamina a un cambio de liderazgo o el comienzo de un final a una globalización que se ha desarrollado a lo largo de los últimos 40 años en el mundo.
Por lo general en la historia, una potencia pierde el liderazgo porque otra la desplaza. Los tiempos cambian y todo parece que estamos siendo testigos por primera vez de algo impensable: una potencia pierde el liderazgo por su propia marginación. El tiempo dirá si esto es así.