Rompiendo con una tradición de la diplomacia francesa, por la cual todo nuevo presidente inicia sus giras por el continente africano y el mundo árabe con una visita a su ex colonia de Argelia, Emanuel Macrón ha respondido a una invitación del rey Mohamed VI llevando a cabo una visita de “amistad y trabajo” de dos días está semana a Rabat.
Macrón cumplió así con una promesa de su campaña presidencial, cuando durante una entrevista con “Jeune Afrique”, anunció que, de ser elegido presidente, Marruecos sería el primer país que visitaría.
Es que, por un lado, los vínculos económicos, políticos y culturales entre Marruecos y Francia son múltiples e intensos.
En el plano económico, las exportaciones marroquíes destinadas al mercado francés comprenden textiles, componentes eléctricos y electrónicos y productos agroalimentarios.
Desde 2012, Francia es el segundo proveedor de Marruecos (12,9% del mercado marroquí); el primer lugar lo ocupa España (13,5%).
La participación gala en el mercado marroquí ha estado disminuyendo en forma progresiva desde el año 2000. Ello se debe a que Marruecos ha diversificado sus importaciones comprando productos chinos, estadounidenses y de otros proveedores de la Unión Europea.
Francia es también el país de origen de importantes remesas de divisas provenientes de marroquíes residentes en el extranjero.
Los franceses ocupan también un papel central en los contingentes turísticos que visitan anualmente el reino de Marruecos. Los ingresos asociados al turismo francés han sido estimados en 1.500 millones de euros anuales.
Francia es el primer inversor extranjero en Marruecos. La inversión directa francesa fue, en 2013, de 1.300 millones de euros constituyendo el 36,9% del total de la IED que recibe el reino. Marruecos es, junto con China e India, uno de los tres principales destinos de inversión francesa en el extranjero. Por otra parte, la radicación de la planta de Renault-Nissan en Tánger, constituye una inversión directa de entre 600 y 1.000 millones de euros.
Mientras que 750 filiales de empresas francesas se radicaron en Marruecos generando 80.000 puestos de trabajo. Además, muchas empresas marroquíes reclutan a ejecutivos franceses para su gerenciamiento. Tanto la mayoría de los grandes grupos franceses como muchas pymes de esta nacionalidad tienen cada día más presencia en el país magrebí.
En el plano político París y Rabat mantienen la misma posición y el mismo activismo en favor del control del cambio climático. En 2015, París fue sede de la conferencia sobre cambio climático COP 21 y, en 2016, Marrakech albergo la COP 22.
En 2016, Marruecos y Francia copresidieron conjuntamente el llamado “Diálogo 5+5” entre países de la cuenca del Mediterráneo Occidental que reúne a Portugal, España, Francia, Italia, Malta por un lado y Mauritania, Marruecos, Túnez, Argelia y Libia, por el otro.
Francia valora especialmente la colaboración que Marruecos le proporciona en la lucha contra el terrorismo yihadista. Por eso, no resulta extraño que el presidente Macrón haya aprovechado una conferencia de prensa en Rabat para afirmar que Qatar debía “clarificar todos sus vínculos y su participación en el financiamiento de los grupos terroristas.”
Por otra parte, el creciente prestigio de Marruecos en África, después de su retorno a la Unión Africana y su inminente incorporación de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental convierten al reino magrebí en un aliado invalorable para París en la búsqueda de una solución al conflicto libio.
Además, su condición de país árabe con buenas relaciones con todos los países del Consejo de Cooperación del Golfo, y el hecho de contar con una hábil y profesional cuerpo diplomático, convierten a Marruecos en un país neutral con capacidad ideal para mediar en el diferendo que enfrenta a Qatar con sus vecinos de Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Este conflicto es una grave preocupación para todos los países de la OTAN.
Para Macron, la estabilización de la región del Golfo es importante a nivel regional, porque puede afectar los suministros y el precio del petróleo, pero también porque las partes en conflicto participan de otros escenarios conflictivos, como el de Libia y Siria.
La interrelación entre Marruecos y Francia en el plano cultural comienza en el uso compartido de la lengua francesa. Los treinta y nueve centros educativos franceses en Marruecos (entre ellos 23 pertenecientes a la Agencia para la Enseñanza Francesa en el Extranjero) recibieron anualmente a más de treinta mil alumnos, de los cuales el 65% son marroquíes. El Instituto Francés de Marruecos cuenta con once sedes: Agadir, Casablanca, Fez, Marrakech, Uchda, Rabat, Kenitra, Tánger, Tetuán, El Jardida), dos Alianzas Francesas (en Esauira y Safi) y un espacioso Campus-France dependiente del Instituto Frances de Rabat aseguran la presencia gala en el reino.
Por otra parte, los 32.000 estudiantes marroquíes constituyen el primer contingente de estudiantes extranjeros en Francia.
Marruecos es el principal beneficiario de la ayuda financiera suministrada por la Agencia Francesa de Desarrollo por un monto de 2.565 millones de euros, destinada a proyectos relacionada con sectores como el agua, el medio ambiente, las infraestructuras socioeconómicas, el desarrollo y modernización de pymes y microempresas.
Estos intereses compartidos indican la existencia de una estrecha y compleja interdependencia entre ambos estados y explican la preocupación del presidente Macrón por reforzar sus vínculos con Marruecos y en buscar la colaboración del rey Mohamed VI para avanzar en la búsqueda de soluciones a problemas compartidos.
Es evidente que tanto África como Europa necesitan cada día más de la activa participación de Marruecos y de su Rey para consolidar la seguridad y estabilidad del sistema internacional
En estos ámbitos ningún otro país africano puede ejercer un liderazgo similar.